viernes, 21 de junio de 2013

Aislados




Veo la cabecera del autobús asomar a lo lejos tras una esquina. El viento sopla cálido en las postrimerías del verano. Solo en la parada, observo como el pequeño batallón de ordenadas bombillitas se acerca flotando hasta mí. Cuando apenas comienza a recorrer los cien metros que le quedan, percibo por el rabillo del ojo varias luces que distraen mi atención. Ahí vienen. Acechaban huraños tras sus pantallas, esperando al momento propicio para recoger sus enseres y salir al exterior. Dechados todos ellos de la nueva forma de deshumanización; la tecnología. Contra todas sus pretensiones; son muertos sociales. Sus rostros sin ojos, iluminados, evocan a los zombies de las películas de George A. Romero. Caminan renqueantes y cabizbajos, centrados en sus dispositivos de ultima generación, manteniendo conversaciones por chat, tan intrascendentes quizá como las pasivas miradas que sus párpados me dirigen. Imagino que no quieren hablar conmigo, o que están tristes por algo que les sucede... a lo mejor es que se han olvidado de como eran las cosas antes de que esas linternas de fachadas les aislaran del presente que viven.

Y esa otra aplicación de la empresa de transportes, que  les da una información que no necesitan para nada que merezca la pena. Antes uno bajaba con tiempo a coger el autobús, corría a tumba abierta si era preciso para alcanzarlo y, si no lo cogía, se sentaba en la parada dedicando sonrisas a todo aquel que se acercara. Ya ni la mirada se dirigen entre si. Han bajado justo para subirse al autobús y ahorrarse la "tediosa" espera, que antes aprovechaban para reflexionar, aprender algo o conocer a alguien. Los novatos en esta tendencia, sonríen para sus adentros con suficiencia, pensando que ahora son más eficientes. Piensan en los diez minutos de espera que se han ahorrado sin contemplación alguna; y yo pienso que quizá ya hemos llegado al punto mas elevado de la evolución interpersonal. Ahora nuestra cara es una foto de perfil, y nuestra voz es en las mentes del resto un conjunto de palabras escritas, que entre pixeles se ordenan en un argot simplificado. Ya no somos unos ojos claros y una sonrisa franca, que te sorprenden bajo la marquesina de una parada de autobús en una noche de verano.

O puede que no quisieran hablar conmigo, quizá con nadie. En cualquier caso, me siento solo a su lado. No soy más que otro "algo" que nunca será "nada", con lo que se cruzan sin percibirme siquiera. En medio de esta soledad, empiezo a echar la mano al bolsillo, disipando la idea de que nos hemos abandonado sin misericordia y sin darnos cuenta… hasta que la "máquina" ilumina mis retinas y me vuelvo de nuevo un teclado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario